Muchos siglos antes de que naciera el profeta Buda, vivía en la India un rey cuyas riquezas eran admiradas por todos los soberanos y emperadores del Este. Sin embargo, este rey era humilde y de gran espiritualidad, y siempre andaba en contemplación; sin importarle las monedas de oro, los tapices de llamativos colores, o los caballos importados de Arabia, cuyo valor y fortaleza sobrepasaban a cualquier otro de su raza.
Movido por la curiosidad, uno de los vasallos del rey quiso averiguar el secreto del monarca para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
El rey escuchó la petición en silencio, asintiendo con la cabeza de vez en cuando. Una vez que el vasallo hubo terminado, el rey le dijo:
-Te revelaré el secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza. Pero antes, tendrás que recorrer mi palacio de extremo a extremo para comprender la magnitud de mis tesoros. Pero lleva una vela encendida. Si se te apaga la llama, te cortaré la cabeza.
El vasallo fue caminando lentamente recorriendo todo el palacio, tal y como el rey le había dicho. Cuando terminó el paseo, el rey le preguntó qué pensaba de sus riquezas. El hombre le contestó:
-No pude ver nada, alteza. Solo me preocupé de que la llama no se apagara.
-Ese es mi secreto – le dijo el rey sonriendo. Estoy tan ocupado en avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de afuera.
Fecha de publicación: 2015
Si quieres escucharla en audio narrada por Alfonso Sales, puedes encontrarla aquí:
Categories: Historias Cortas, Personal Section, Short Stories
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