Pedro y Pablo eran dos amigos que se conocían desde pequeños. Pedro era ciego. Él nació así. Y como nunca vio la luz del día, estaba muy acostumbrado a ir por la vida a oscuras. Pablo y Pedro se conocieron en la escuela de primaria, con siete años; y desde entonces fueron inseparables y crecieron juntos. Pedro era muy simpático e inteligente, y Pablo, confiado y bonachón, ayudaba siempre a su amigo Pedro en todo lo que podía: como cruzar carreteras transitadas; o a doblar los calcetines que eran del mismo color; o incluso a leer la fecha de caducidad en las latas de judías.
Llegado el día, sin embargo, Pablo tuvo que marchar a la ciudad a resolver unos asuntos de herencias, así que estaría lejos de su amigo durante varias semanas. Con mucho cariño, y para que Pablo no tuviera accidentes en la oscuridad, Pedro le regaló una lámpara a su amigo.
-Yo no necesito una lámpara –dijo Pablo. – Para mí la luz y la oscuridad no tienen diferencia.
-Lo sé – le dijo su amigo-. Pero si no llevas esta lámpara tal vez otras personas tropiecen contigo.
-Está bien – le contestó su amigo.
Pasados unos días, Pablo salió por la noche a dar un paseo y disfrutar del aire fresco. Llevaba consigo la lámpara que le había regalado su amigo. Después de andar unos pasos, se tropezó con alguien en la oscuridad.
-¡Uy! – dijo Pablo
-¡Ay! – dijo la otra persona en la oscuridad.
-¿Acaso usted no vio la lámpara? – dijo enojado el invidente.
-¡Amigo! Su lámpara está apagada.
Fecha de publicación: 2015
Si quieres escucharla en audio narrada por Alfonso Sales,puedes encontrarla aquí:
Categories: Historias Cortas, Personal Section, Short Stories
Qué bonita historia, para él siempre estaría apagada.
Muy buena narración!⚘
LikeLike