En los días en los que aun existían las pesetas, y los helados costaban mucho menos que ahora, un niño de diez años entró en una heladería y se sentó en una silla. La camarera se acercó a él y le puso un vaso de agua en la mesa.
-¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con nueces? –preguntó el niño.
-Setenta y cinco pesetas –le contestó la camarera.
El niño sacó algunas monedas de su bolsillo y las contó con cuidado.
-¿Cuánto cuesta un helado solo? –volvió a preguntar tímidamente el chico.
Había más gente esperando para sentarse en la mesa, y la camarera estaba impaciente con el chico.
-Cincuenta pesetas –le contestó bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas.
-Quiero el helado solo –le dijo el chaval.
La camarera le trajo el helado, lo puso en la mesa con la cuenta y se fue. El niño cogió la cucharilla de plástico y empezó a comerse el helado. Muy despacito, saboreando cada pedacito en su paladar. Cuando terminó, dejo unas monedas sobre la mesa, y se fue.
A los pocos minutos se acercó de nuevo la camarera a coger la cuenta y limpiar la mesa. Al ver la cuenta, le costó tragar saliva y se le hizo un nudo en la garganta. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, estaban las cincuenta pesetas que costaba el helado. Y junto a éstas, había otro montoncito de monedas, veinticinco pesetas. Su propina.
Fecha de publicación: 2015
Si quieres escucharla en audio narrada por Alfonso Sales,puedes encontrarla aquí:
Categories: Historias Cortas, Personal Section, Short Stories
Jo, qué tierno!!!!
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